Cuando uno inicia un negocio en el que intervienen más socios, siempre pueden generarse conflictos societarios. Si se trata de empresas familiares, los problemas pueden volverse especialmente desagradables por los factores personales. Si bien la empresa familiar puede reforzar los lazos familiares, también pueden terminar de romper por completo los vínculos. Gestionar las relaciones laborales y familiares al mismo tiempo puede ser complicado. Por ello, el protocolo familiar es un instrumento indispensable en este tipo de empresas.


¿Qué es el protocolo familiar?


El protocolo familiar es un acuerdo que recoge normas que regirán el funcionamiento de una empresa familiar. Heredado de la justicia de los Estados Unidos en los 60, cada vez es más frecuente en nuestro país. Es una respuesta para prevenir o gestionar los problemas relacionados con la administración, sucesión, gestión y titularidad de una Empresa familiar.
Los miembros del negocio familiar, de mutuo acuerdo, aprueban las normas que marcan cómo se gestionará el negocio. De esta forma, se regulan los planos familiares, empresariales, patrimoniales y jurídicos de la empresa familiar y por supuesto, se previenen los conflictos futuros.


Sin duda alguna, el mejor momento para resolver problemas entre socios es en el momento de la creación de la empresa. Gracias al protocolo familiar, podemos prever situaciones futuras, tomando criterios para su interpretación y resolución. Por menor que parezca, cualquier discrepancia puede convertirse en un conflicto.


El protocolo familiar siempre debe personalizarse.


Generalmente, el contenido del protocolo familiar contempla los temas de derechos económicos, régimen de sucesión, políticas de retribución, funcionamiento de los órganos, mecanismos de resolución de conflictos… Pero al ser un documento que no está sometido a criterios formales, pueden regular absolutamente cualquier aspecto que intervenga en la relación entre familia y empresa. Al fin y al cabo, si cada empresa es un mundo, cada familia es un universo.


Sin embargo, el protocolo familiar siempre debería tratar las fuentes de conflicto más comunes en empresas familiares:
Relaciones profesionales y económicas de socios y miembros familiares,
Forma de salida de socios o entrada de socios nuevos,
Organización de la gestión y operativa diaria del negocio familiar,
Reparto de roles en la empresa y salario a percibir,
Composición de los órganos de gobierno y modo de participación,
Mayoría necesaria en los órganos para los acuerdos,
Criterios de sucesión de la empresa familiar: formación, experiencia, capacidades y fórmula de designación del sucesor,
Tipos de sanciones ante el incumplimiento del protocolo familiar.


¿Qué tipo de problemas previene y/o resuelve el protocolo familiar?


En el caso de la empresa familiar, muchos conflictos derivan de los conceptos educacionales de la familia. Los hijos/primos y resto de familiares están acostumbrados a ser tratados como iguales en el seno de la familia. Pero no tiene por qué ser así en el seno de la empresa. Esto hace que esa igualdad familiar se extrapole a la empresa y los trabajadores no sepan distinguir entre igualdad y equidad. La equidad está más relacionada con las aptitudes de los miembros y se confunde con el concepto de igualdad.


Por ejemplo, un conflicto frecuente en la empresa familiar se genera debido a la incorporación laboral de otros miembros de la familia en el negocio. Por norma general, todos los familiares se sienten con el derecho a trabajar en la empresa. La existencia de un puesto vacante en la sociedad puede convertirse rápidamente en un conflicto cuando un miembro de la familia quiere el puesto sin tener en cuenta su capacidad. Otro conflicto frecuente es el derivado de los salarios. Algunos miembros de la familia consideran que deberían obtener la misma retribución salarial que otro miembro de la familia, mientras el trabajo que uno y otro desempeñan es completamente diferente.


Y por supuesto, el conflicto familiar por excelencia es el derivado de la sucesión. Puede haber varios familiares interesados en heredar la gestión de la empresa, lo que puede suponer un grave problema. Afortunadamente, el protocolo familiar contempla esos criterios de sucesión para designar a un sucesor capaz, experimentado y adecuado.

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